Hay datos que, a primera vista, auguran que la lucha contra una enfermedad infecciosa puede ser algo parecido a una quimera. El virus del papiloma humano (VPH) está tan extendido que más del 80% de la población mundial contrae esta infección de transmisión sexual en algún momento. Existen más de 200 tipos diferentes del patógeno, una docena de los cuales pueden causar formas de cáncer como la del cuello uterino, responsable cada año de la muerte de 800 mujeres en España y 350.000 en el planeta. La respuesta inmunitaria natural frente al virus, además, es compleja, variable y no siempre duradera, lo que hace que una persona pueda infectarse varias veces a lo largo de la vida.Y, pese a todo esto, la medicina ha desarrollado herramientas que permiten vislumbrar un fin al enorme impacto global del VPH. “La cuestión ya no es si eliminar el cáncer de cuello uterino es posible, sino cómo aceleramos su eliminación con planes de vacunación y cribado”, resume Laia Bruni (Barcelona, 47 años), investigadora principal en Epidemiología del Cáncer en el Instituto Catalán de Oncología-IDIBELL. Este ha sido el gran debate que han mantenido expertos y especialistas europeos reunidos la pasada semana en el congreso EUROGIN celebrado en Oporto (Portugal).Pregunta. ¿Qué desafíos persisten en la lucha contra el VPH?Respuesta. Gracias a la investigación de los últimos 40 años, hoy sabemos mucho sobre el VPH y las enfermedades que provoca. Contamos con vacunas y cribados altamente efectivos en su prevención. Es el primer cáncer considerado eliminable, un hito sin precedentes en oncología. Sin embargo, subsisten desigualdades en el acceso a la inmunización y programas de cribado. El mayor desafío es es cómo impulsar estrategias para una mejor prevención y un diagnóstico precoz.P. ¿Cómo es la evolución natural de la infección?R. Es un virus de transmisión tan frecuente que casi toda la población sexualmente activa está expuesta a él. El sistema inmunitario consigue eliminarlo la mayoría de las veces, pero no siempre. De los más de 200 tipos diferentes, muchos no causan problemas de salud. Algunos provocan dolencias no cancerosas, como las verrugas genitales, y una docena de ellos pueden causar algunas formas de cáncer.P. ¿Por qué tiene un mayor impacto en las mujeres?R. Porque algunos tipos del virus tienden a desarrollar infecciones persistentes en el tejido epitelial del cuello uterino. La mitad de las infecciones se resuelven de forma natural en seis meses y cerca del 90% en unos pocos años. Sin embargo, el tipo16 del virus, que es el más carcinogénico de todos, es más persistente que el resto. El VPH causa más enfermedad en las mujeres, en las que también puede provocar cáncer de vulva, pero es un riesgo para los dos sexos. Es la causa de una parte de los tumores de ano y orofaríngeos, y en los hombres, además, está relacionado con el cáncer de pene.P. ¿Por eso a partir de 2022 se empezó a vacunar también a los adolescentes varones en España?R. Es una de las razones. La vacunación de los niños contribuye a la inmunidad de grupo y reduce la circulación del virus. La vacuna les protege a ellos, pero indirectamente también a ellas. Los hombres pueden ser una fuente de infección permanente para las mujeres.Imágenes del VPH tomadas con un microscópico electrónico. BSIP (BSIP/Universal Images Group via Getty Images)P. ¿Por qué?R. Hombres y mujeres tienen respuestas inmunitarias diferentes y presentan prevalencias de infección distintas. En los primeros años tras el inicio de las relaciones sexuales, las tasas de infección son elevadas en los dos sexos. Pero en ellas el pico se produce entre los 20 y 30 años y luego desciende, mientras entre ellos sigue elevada durante toda la edad adulta.P. La vacuna se empezó a administrar en tres dosis y ahora ya solo se hace con una. ¿Por qué?R. Se ha visto que la eficacia de estas vacunas es elevadísima, incluso con menos dosis. Ofrecen respuestas inmunitarias más fuertes y prolongadas que la infección natural, incluso con una sola dosis, lo que llevado a 67 países a adoptar esta pauta. Esto simplifica la vacunación, reduce costes y permite alcanzar mayores coberturas, también a nivel global porque ayuda a mitigar los problemas de disponibilidad de dosis.P. Investigaciones realizadas en el Reino Unido han mostrado descensos del 87% en las tasas de cáncer de cuello de útero gracias a la vacunación. ¿Disponemos de datos similares en España?R. Todavía no, pero en España contamos con muy buenas coberturas vacunales [superiores al 92% en 2023, según el Ministerio de Sanidad] y podemos esperar un impacto parecido. Esos estudios también apuntaron algo muy importante: vacunar antes de los 14 años protege más que hacerlo después de esa edad.P. ¿No sería entonces suficiente con la vacunación para terminar con la circulación del virus?R. A largo plazo sí podemos vislumbrar un escenario en el que pueda cortarse la transmisión con la vacunación universal. Pero eso sería ahora una estrategia incompleta, porque dejaría al margen a la mayor parte de la población que por edad no se ha podido vacunar o que ya tiene el virus. Para eliminar el cáncer de cuello uterino, la Organización Mundial de la Salud (OMS) apuesta por la estrategia 90-70-90: vacunar al 90% de las niñas antes de los 15 años, cribar al 70% de las mujeres a los 35 y 45 años, y tratar al 90% de las que presentan lesiones precancerosas. También es importante implementar estrategias de rescate para inmunizar a las jóvenes de hasta 18 años que no se han vacunado y adultos considerados de riesgo.P. Después de la vacunación, los cribados son el otro gran pilar de la estrategia. ¿Por qué las citologías ya no se recomiendan a todas las mujeres?R. La citología cervical fue un gran avance hace cinco décadas, pero en los últimos años han surgido pruebas más sensibles para detectar personas que ya tienen alguna lesión. Las pruebas VPH son más sencillas de hacer y te identifican las mujeres que ya tienen la infección, así que solo ellas necesitan someterse a la citología.P. ¿Por qué las nuevas pruebas VPH de alta sensibilidad son tan importantes?R. Porque nos permiten avanzar hacia una estrategia clave: el cribado basado en el riesgo, que adapta la frecuencia y el tipo de pruebas a las necesidades individuales de cada mujer, considerando su historial y factores de riesgo. Estas pruebas no solo dicen si una mujer está infectada por el VPH, sino que determina qué tipo del virus tiene, lo que permite evaluar de forma mucho más precisa el riesgo.P. Uno de los asuntos más debatidos en Oporto ha sido en las estrategias de automuestreo como parte de los cribados. ¿Qué papel deben tener?R. Es una herramienta crucial para ampliar el acceso al cribado, especialmente en poblaciones desfavorecidas. Permite a las mujeres recoger sus propias muestras en casa y eliminan barreras logísticas y sociales que dificultan el acceso a las consultas ginecológicas.Laia Bruni, en la sede del ICO.massimiliano minocriP. Cuando habla de desigualdades, ¿se refiere a nivel global o también en España?R. Los dos. A nivel mundial, existen diferencias muy importantes entre países con distintos niveles de recursos. La disponibilidad de vacunas es un buen ejemplo, aunque ahora la situación ha mejorado gracias a su desarrollo en China e India. En España, observamos la paradoja de que las mujeres con menos riesgo y más recursos son las que más cribados se hacen, mientras que las más vulnerables se hacen menos pruebas. Esta era una de las razones por las que en España se ha dado el paso del cribado oportunista al poblacional.P. ¿Qué implica este cambio?R. En el cribado oportunista la iniciativa parte de la mujer, que es la que debe solicitar hora al ginecólogo para la toma de muestras. En el poblacional es el sistema sanitario el que insta a las mujeres a hacerse la prueba. Es un sistema que ya se aplica en España con otros tipos de cáncer, como el de mama y colon. Esto consigue que las bolsas de población más desfavorecidas tengan un mayor acceso a las pruebas. El cambio de modelo se aprobó en 2019 y las comunidades tienen 10 años para completar su desarrollo.P. Vacunación y cribado son claves. ¿Algo importante por hacer en el tratamiento?R. Sí. Hay demasiadas mujeres que dan positivo en los cribados, pero que luego no completan las pruebas o no reciben tratamiento. Son casos que se pierden por el camino y así no logras prevenir el cáncer. Esto ocurre en todo el mundo, también en España. Es fundamental hacer un buen seguimiento para completar las pruebas y, si se detecta una lesión precancerosa, asegurar que se cumple el tratamiento.P. ¿Cómo puede ayudar la Inteligencia Artificial (IA) en la lucha contra el cáncer de cuello uterino?R. La IA está mejorando la precisión y eficiencia en la lectura de imágenes citológicas y colposcopias [exploración de la cavidad vaginal]lo que permite una detección más temprana y precisa de lesiones precancerosas. Esto es algo que ya está clínicamente validado con las citologías y es especialmente valioso en entornos con alta carga de trabajo y recursos limitados.P. La OMS propuso en 2020 reducir en una década la incidencia del cáncer de cuello de útero a menos de cuatro casos por 100.000 mujeres. El objetivo parece difícil de alcanzar…R. Sí, aunque en España no estamos muy lejos. Hay que impulsar estrategias que aceleren la llegada a ese objetivo, con sinergias entre los planes de cribado y de vacunación. Estamos ante un escenario en que es posible acabar con el cáncer de cuello de útero como problema de salud pública. Podemos salvar la vida de millones de mujeres [62 millones hasta 2120, según la OMS] y también de muchos hombres.

Laia Bruni, investigadora: “Acelerar la vacunación y los cribados frente al virus del papiloma salvaría la vida de millones de mujeres” | Sociedad
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