En 2024, la revista Science presentó el lenacapavir como el descubrimiento científico del año. Es un fármaco que, con una inyección cada seis meses, protege de la infección del VIH con una eficacia del 100%. Un estudio en marzo de este año, mostró que mantenía su capacidad preventiva con una sola inyección anual. Esta herramienta podría servir, junto a otros fármacos desarrollados durante los últimos años, para soñar con la erradicación de un virus que ya ha matado a más de 40 millones de personas desde los primeros casos en 1981.Jared Baeten (51 años) es una de las personas que están liderando ese reto en todo el mundo. Este investigador, nacido en Green Bay (EE UU), trabajó durante casi dos décadas en la Universidad de Washington como profesor de Salud Global, Medicina y Epidemiología. Allí dirigió el Centro Fred Hutch para la investigación del sida. Baeten lideró el estudio Partners PrEP, que llevó a la aprobación de la primera medicación que sirvió como profiláctico preexposición (PrEP) para el VIH, en 2012. Desde 2020, es vicepresidente sénior de Desarrollo Clínico y Jefe del Área Terapéutica de Virología en Gilead Sciences, la compañía que ha desarrollado el lenacapavir.Más informaciónEn un artículo reciente, Baeten exponía su plan para hacer accesible este fármaco —que, en sus versiones más caras, puede costar decenas de miles de euros anuales— en todo el mundo, también en países con una alta incidencia del virus y pocos recursos. Hace unos días, visitó Madrid para participar en un congreso de su compañía.Pregunta. Llegó a Gilead hace algo más de cuatro años. ¿Por qué le interesó su oferta? Respuesta. He dedicado toda mi carrera al trabajo en VIH, especialmente a la prevención, pero también al tratamiento. Es muy importante para mí pensar en la oportunidad que tenemos ahora en todas partes. Así que hace cuatro años y medio vine a Gilead para liderar el programa de VIH, y ahora superviso también el trabajo en otros virus. Pero lo que me atrajo a Gilead hace cuatro años fue la tremenda trayectoria que tenía: una ciencia muy sólida y un compromiso con la investigación rigurosa, siempre acompañada de un compromiso con el acceso y la equidad a nivel mundial. Y la posibilidad de futuro, es decir, pensar en cómo podíamos construir sobre esa base para cambiar el curso de la epidemia.En particular, hablamos de medicamentos de acción prolongada tanto para el tratamiento como para la prevención del VIH, que podrían llevar al mundo entero al siguiente nivel en el camino hacia el fin de la epidemia. Y estos últimos cuatro años han sido muy emocionantes: definir esa estrategia, hacer la ciencia, y siempre vincularla con el acceso y el impacto. Porque hacemos ciencia para tener impacto en la salud pública.P. ¿Creen que es posible la erradicación? ¿Tienen un plan? ¿Cuáles serían los plazos?R. Creo que estamos en un momento extremadamente emocionante. Como campo, como comunidad global, hemos desarrollado buenos tratamientos para el VIH. Yo empecé a trabajar en VIH antes de que existieran, así que ha pasado mucho tiempo.Hoy tenemos medicamentos que, en muchos casos, se toman en una sola pastilla al día, y que permiten a las personas vivir una vida completa y, además, no transmitir el virus. También tenemos medicamentos de prevención —como la PrEP—, que permiten a las personas decidir tomar una medicación que reduce drásticamente su riesgo de infección.Aun así, sigue habiendo nuevas infecciones por VIH en todo el mundo. Cuando viajo a lugares como España, me interesa mucho aprender sobre la epidemiología local. Soy médico y epidemiólogo de formación, y España ha sido líder mundial y europeo en tratamiento y prevención del VIH. Pero, aun así, hay 3.000 nuevas infecciones al año en el país. Tenemos una oportunidad de cambiar eso.Podemos tomar todos los éxitos científicos, de activismo, de acceso que hemos logrado, y con la posibilidad de medicamentos de acción prolongada, llevar todo eso al siguiente nivel, sobre todo en prevención. En Gilead tenemos una declaración de visión: acabar con la epidemia para todos y en todas partes. Nuestro objetivo es detener las nuevas infecciones en todo el mundo. No queremos nada más que eso en Gilead, hacer lo suficiente como para dejar de trabajar en VIH.P. Dice que le gustaría dejar de trabajar en VIH, pero Gilead gana alrededor de 20.000 millones de dólares al año con los tratamientos para ese virus. ¿Cómo se explica eso a los inversores? ¿Cómo se resuelve este choque entre los incentivos humanitarios y los del capitalismo?R. Hay un fuerte compromiso en Gilead con el desarrollo de medicamentos transformadores, que marquen la diferencia en la vida de las personas, ya sea en VIH, en oncología o en enfermedades inflamatorias. Todo esto con el objetivo de tener impacto individual y poblacional.Jared Baeten, vicepresidente de la farmacéutica Gilead, fotografiado en el Hotel Meliá Castilla, en MadridPablo MongeP. ¿Y qué tiene de nuevo el lenacapavir, u otros tratamientos de PrEP, que nos permitan pensar en la erradicación que no tuvieran los anteriores?R. Llevo trabajando en PrEP desde sus inicios. Dirigí uno de los primeros ensayos clínicos de pastillas de PrEP entre 2007 y 2011. El primer medicamento fue aprobado en EE UU en 2012 y se usa en todo el mundo. La PrEP ha tenido muchos éxitos en salud pública: cientos de miles de personas toman una pastilla diaria. Muchos lo hacen durante años, si lo necesitan. En lugares como España, el número de nuevas infecciones ha bajado respecto al pico, aunque sigue siendo alto. Lo mismo ha ocurrido en ciudades como San Francisco, donde vivo, o Madrid, Londres o Sídney.Pero muchas personas que se beneficiarían de la PrEP no la usan. Porque tomar una pastilla al día no encaja en su vida: por miedo al estigma, a que alguien vea el frasco (su pareja, su tía, su compañero de piso), o por la dificultad de mantener una rutina diaria. En España eso incluye a migrantes, mujeres o jóvene, que son las poblaciones con más riesgo de VIH y menos uso de PrEP. Entonces, ¿cómo creamos medicamentos que se adapten a sus vidas? Ahí es donde entran los medicamentos de acción prolongada. Por ejemplo, una inyección dos veces al año: no hay que llevarse el frasco a casa, se puede poner en un entorno clínico discreto, y nadie lo sabe. Es privado, discreto e infrecuente, así que encaja con la vida de las personas. Eso es lo que buscamos, algo que realmente se integre en la vida de quien ahora no puede seguir la PrEP diaria.P. El lenacapavir es un medicamento caro, al menos en países desarrollados. ¿Cuáles son sus ideas para llegar al mayor número posible de personas?R. Para llegar al fin del VIH hay muchos pasos, y cada nuevo medicamento es parte de ese camino. Nuestra estrategia para países de ingresos bajos y medios bajos se basa en tres elementos: velocidad (llegar lo antes posible), volumen (cantidad suficiente para responder a la demanda y fomentar su uso en muchos países), y colaboración con socios para que la distribución sea rápida. Por ejemplo, normalmente entre el resultado científico y la aprobación regulatoria pueden pasar años entre países ricos y pobres. Lo que hemos hecho es comprimir todo ese proceso para que ocurra en paralelo. Hemos tenido interacciones regulatorias en seis continentes, desde diciembre hasta ahora en mayo, porque vemos esto como algo con potencial de impacto global.También firmamos acuerdos de licencias voluntarias. De hecho, diría que fue el acuerdo de licencia voluntaria más temprano y amplio que he visto jamás en el ámbito del VIH. Y eso ocurrió a pocas semanas de conocerse los resultados de los ensayos y reflejó dos años de planificación previa. Esos acuerdos cubren 120 países de ingresos bajos y medios-bajos para permitir que los fabricantes de genéricos produzcan tan rápido como sea posible.Ya hemos completado la transferencia de tecnología, es decir, la información técnica sobre cómo sintetizar, empaquetar en condiciones estériles y otros procesos. Mientras tanto, estamos trabajando en colaboración con países y con financiadores globales para pensar cómo lograr el acceso en países de ingresos bajos y medios bajos lo antes posible, si se aprueba.P. También, cuando hablamos del VIH, hablamos de culpa y de estigma. Pero, eso pasa también con muchas otras enfermedades. Si tienes sobrepeso y tienes más riesgo de cáncer o enfermedades cardiovasculares, parece que es culpa tuya. ¿Por qué es tan importante evitar el estigma para poder curar una enfermedad?R. El estigma y la discriminación han sido, por supuesto, parte de la historia del VIH desde el primer día. Ese estigma ha sido combatido desde el activismo, la ciencia, la innovación y la defensa de derechos. Es desalentador que hoy, casi 50 años después del inicio del VIH, el estigma y la discriminación sigan presentes en todo el mundo. Impiden que la gente se haga la prueba, lo que significa que a veces se presentan muy tarde con enfermedades que podrían haberse evitado con tratamiento. Hace que la gente empiece el tratamiento preventivo y luego lo abandone —o que no lo empiece— porque tiene miedo de ser descubierta. Acaban contrayendo la enfermedad porque no quieren que los demás sepan que están tomando esa medicación.Por eso, nosotros, como científicos, también debemos defender la lucha contra el estigma y la discriminación. Así es como conseguimos mejores tratamientos y mejores resultados, mejor prevención. Una cosa que me entusiasma de los medicamentos de acción prolongada, tanto en tratamiento como en prevención, es que podemos usar la innovación para evitar ciertos aspectos del estigma.Podemos dar a las personas opciones de prevención o tratamiento de forma más privada, discreta. Así que podemos usar la ciencia para saltar por encima del estigma. Pero también debemos combatirlo directamente.P. Sin embargo, gracias a los medicamentos contra el VIH, ahora la gente ha perdido el miedo y está empezando a tener conductas de más riesgo. ¿Cómo se encuentra el equilibrio entre no estigmatizar y advertir de que esto sigue siendo peligroso?R. Primero, es importante recordar que sigue habiendo mucho estigma, especialmente en poblaciones marginadas. Cuando pienso, por ejemplo, en mujeres migrantes en España, el uso de PrEP es muy bajo en comparación con el riesgo real. Ahí hay una verdadera oportunidad para abordar el estigma y la discriminación.Y al mismo tiempo, creo que lo que podemos hacer en tratamiento y prevención del VIH es ofrecer a las personas opciones para que puedan elegir lo mejor para ellas. Hacer que la conversación gire en torno a la elección, el empoderamiento, el bienestar y la salud.P. ¿Qué opina de la situación con decisión de la nueva administración estadounidense de congelar los fondos del plan PEPFAR, que estaba financiando muchos tratamientos contra el VIH en África y otros lugares? Es un gran problema. ¿Cómo cree que se puede solucionar o enfrentar?P. Obviamente, seguimos en un período de incertidumbre y cambio en el panorama global del VIH. Lo importante es mantener el foco en que el VIH siempre ha tratado sobre innovaciones y cómo hacerlas llegar a las personas. Eso es lo que estamos comprometidos a seguir haciendo: que nuestras innovaciones lleguen al mayor número de personas posible.P. ¿Pero no tiene una opinión sobre las medidas políticas?R. Hay tanta incertidumbre en este momento… pero también me recuerda que los gobiernos de todo el mundo siempre han priorizado el VIH porque es un problema de salud pública muy serio, que afecta a personas en la plenitud de su vida. Y creo que sigue habiendo un reconocimiento global de la importancia del VIH, tanto en diagnóstico, tratamiento como prevención.

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