El ajetreo es notorio en el enorme recibidor del hotel Pure Salt de Port Adriano, enclavado en un acantilado en la costa sur de Mallorca. Al anochecer del jueves se dan cita bronceados veraniegos, vestidos rojos y camareros que pululan con bandejas de canapés de un lado a otro. El trajín es palpable en la entrada del hotel, pero el jaleo se va desvaneciendo a medida que se avanza por los pasillos. La tranquilidad reina su habitación, situada en la planta baja, con vistas a la zona de la piscina y con un agente de seguridad con pinganillo que deambula por la terraza ajardinada vigilando que nadie se acerque. Allí recibe a EL PAÍS la actriz estadounidense Hilary Swank (Nebraska, 51 años), ataviada con un vestido rojo de gala. “Acabo de llegar esta tarde a Mallorca, hasta el momento ha sido maravilloso” afirma la artista, sentada en un sofá de la habitación. La intérprete ha llegado a la isla para pasar unos días invitada por el empresario inmobiliario alemán Marcel Remus, que cada año organiza una fiesta multitudinaria convertida en una de las citas habituales del verano mallorquín. A Swank le han precedido como estrellas invitadas al evento en ediciones anteriores la escritora Joan Collins, la actriz Elizabeth Hurley o la cantante La Toya Jackson. La dos veces oscarizada actriz debuta en la fiesta, pero no en la isla, que ya conoce de otras dos ocasiones anteriores en las que tuvo la posibilidad de explorarla por vacaciones. A pesar del ambiente distendido, de la cercanía de la artista y de su sonrisa perenne, el cronómetro echa a andar en un encuentro de 10 minutos exactos que saben a poco. Más informaciónRepasar la carrera de Swank lleva irremediablemente a recordar sus inicios en pequeños papeles en series de televisión hasta conseguir su primer rol protagonista en la película El nuevo Karate Kid (1994). Sin embargo, la interpretación que le catapultó definitivamente a la fama fue la de Brandon Teena, un hombre transgénero que fue asesinado en Nebraska en un crimen de odio y cuya historia fue llevada a la gran pantalla por la directora Kimberly Peirce en la cinta Boys Don’t Cry (1999). Este trabajo le valió a Swank el aplauso de la crítica, su primer Oscar como mejor actriz principal en el año 2000 y el impulso definitivo a su carrera. “Después de ese primer premio de la Academia sí sentí presión. Sentí mucha presión por la necesidad de estar a la altura, pero luego lo dejé ir” señala. Y explica que cuando trabaja no lo hace para conseguir ese resultado, no lo hace persiguiendo el reconocimiento. “Para contar una historia tienes que jugar, hacer un desastre, tirar pintura, una metáfora para ser más creativo. De lo contrario, si lo dibujas todo dentro de las líneas y eres rígido, no hay libertad para crear”.Hilary Swank y Marcel Remus durante la fiesta organizada por el empresario, el 31 de julio de 2025 en Palma de Mallorca.Franziska Krug (Marcel Remus via Getty Images) La presión tras del Oscar le dio un respiro y en 2005 volvió a ganar el reconocimiento en la misma categoría por Million Dollar Baby, una de las obras cumbre en la biografía de Clint Eastwood como director. Ambos papeles en largometrajes con mensajes de calado e historias necesarias. Y es que, para Swank, lo que pasa ahora mismo en Hollywood “es más excitante que nunca”. Cree que la industria está contando historias que reflejan todos los perfiles, con trabajos que incluyen diferentes géneros, razas o caminos y elecciones de vida: “Ya no estamos solo contándolo desde el punto de vista de un hombre blanco patriarcal” señala la actriz, que cree que este es el único camino a seguir para que el cine “pueda ser universal”. Fotograma de Hilary Swank en la pelícual ‘Boys Don’t Cry’, en 1999.Photo:MPTV.net (-)Defensora acérrima de los derechos de las mujeres, que le llevó a demandar al Sindicato de Actores al considerar que su cobertura ginecológica en el seguro médico era anticuada y cruel, cree que a Hollywood aún le queda un largo camino por recorrer para la equiparación salarial entre mujeres y hombres. La actriz relata un episodio de discriminación sufrido recientemente en el que le ofertaron participar en una película por un salario de 150.000 dólares, frente a los 1,25 millones que le ofrecieron a su colega masculino. “Esto ha pasado ahora, no podía creerlo, pensé que era una broma. No podía creer que realmente me lo hubieran dicho”, cuenta entre la indignación y el asombro, aunque reconoce en favor de quien se lo ofreció que posteriormente se dio cuenta de que la propuesta era ofensiva. “Siempre hay alguien que quiere entrar en el negocio y que trabaja por menos. Y me parece justo, porque su nombre no es lo que vende la película, pero cuando tienes una carrera consolidada en la que has demostrado y donde la gente gana dinero con tu nombre, es realmente ofensivo que te ofrezcan esa cantidad de dinero cuando a tu colega masculino le ofrecen más”, afirma. Los avances en materia de igualdad se han encontrado con el palo en las ruedas que suponen las políticas de la administración de Donald Trump y que ponen en riesgo los derechos de las mujeres y de las minorías. “Da miedo” dice Swank, quien cree que esta situación no tiene vuelta atrás mientras el republicano siga aferrado al poder en la Casa Blanca, a pesar de las pequeñas decisiones que puedan tomar los congresistas de cada estado. “No hay palabras para la atrocidad que les ocurre a las mujeres y las minorías con la administración de Trump” sentencia. Hilary Swank y su marido Chad Lowe junto al Oscar de la actriz por ‘Million Dollar Baby’, el 27 de febrero de 2005. J. Vespa (WireImage)Apenas quedan dos minutos de entrevista en los que la actriz cuenta la importancia que el deporte tiene en su vida y que le ha permitido adaptarse a papeles físicamente exigentes, como el de la boxeadora Maggie Fitzgerald en Million Dollar Baby o el de la astronauta Eva Green en la serie Away (2020). “El deporte para mí no es una cuestión estética, es cómo me siento. Una relajación del estrés, dormir mejor, estoy más feliz y me hace una madre mejor”. La intérprete se convirtió en madre de mellizos en abril de 2023 y a su educación y cuidado se dedica plenamente, combinándolo con su faceta como productora de películas. “Quiero estar muy presente con ellos ahora, en este momento de su vida, así que estoy produciendo algunos trabajos, poder estar desde casa y hacerlo al mismo tiempo que les educo” sostiene. Quedan apenas 25 segundos, los justos para confirmar que le gustaría trabajar con un director español como es Pedro Almodóvar. Agotado el tiempo, la actriz se despide amablemente y la habitación se queda en silencio, mientras Swank se prepara para hacer acto de presencia ante más de una decena de fotógrafos en el photocall.

Hilary Swank, actriz: “No hay palabras para la atrocidad que les ocurre a las mujeres y las minorías con Trump” | Gente
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