Desde el primer minuto, cuando hizo público el nombre que había elegido para su papado, Jorge Mario Bergoglio ligó su labor al frente de la Iglesia católica al medio ambiente y la defensa de la “casa común” de la Humanidad, el planeta Tierra. El papa Francisco eligió el nombre pensando en Francisco de Asís, patrón del ecologismo para la Iglesia católica, además de símbolo de pobreza. Y su primera encíclica, de junio de 2015, se tituló Laudato si ―tomado también de un cántico de san Francisco de Asís—. Aquel escrito estaba íntegramente centrado en el medio ambiente y la lucha contra el calentamiento global. El texto arrinconaba cualquier negacionismo climático y llegó en un contexto clave: pocos meses antes de la cumbre de la ONU en la que se debía cerrar el Acuerdo de París.En 2023, a través de una exhortación apostólica, el Papa actualizó aquella encíclica para, entre otras cosas, abroncar a los gobiernos por no sustituir los combustibles fósiles, responsables de la “crisis climática”, por las energías renovables a la velocidad necesaria. En su autobiografía, que salió a la luz a mediados de este mes de enero, volvía a hablar de la “emergencia climática”. Y añadía: “La casa común nos pide una pausa de nuestro estilo de vida, que empuja al planeta más allá de sus límites y que provoca la erosión de los suelos, la desaparición de los campos, el avance de los desiertos, la acidificación de los mares y la intensificación de tormentas y otros fenómenos climáticos intensos”. Eso mismo, punto por punto, coma por coma, es lo que nos dice la ciencia: vamos tarde y los eventos extremos se están volviendo más duros y frecuentes.Francisco fue, sin duda, el papa que abrazó la evidencia científica sobre el cambio climático y que llevó a la Iglesia católica a mojarse en un tema tan de actualidad, tan estratégico y que el populismo ultraconservador y negacionista ha puesto en la diana con bulos y mentiras. Teresa Ribera, vicepresidenta de la Comisión Europea y un referente internacional de la diplomacia climática de las últimas décadas, recuerda que Bergoglio “llegó a Roma enormemente respetado por su compromiso social”. Pero “entendió y abrazó inmediatamente la defensa ambiental como eje central de la paz y la justicia entre los hombres”. “Su Laudato si, quizás el producto ecuménico más importante de su papado, marcó un antes y un después en la acción climática a nivel mundial. Medio en broma, medio en serio, recordaba: ‘Dios perdona siempre, los hombres a veces y la naturaleza nunca”, rememora Ribera.Aquella encíclica desguazaba el negacionismo y se sumaba a los pronunciamientos que otros líderes religiosos habían hecho ese 2015 para presionar para que se firmara el gran pacto contra el cambio climático, como finalmente ocurrió el 12 de diciembre en la capital francesa. Aunque ninguno de los pronunciamientos del resto de jerarcas tuvo la profundidad de la encíclica papal.Para Manuel Pulgar, ministro de Medio Ambiente de Perú entre 2011 y 2016 y otra voz autorizada de la diplomacia climática, el texto supuso “una muy oportuna contribución del papa Francisco y la Santa Sede al proceso que ese mismo año llevó a la adopción en setiembre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y meses después, en diciembre, del Acuerdo de París”. “Definió un rol nunca visto, por parte de la más alta jerarquía de la Iglesia católica, en el debate multilateral sobre temas ambientales”, añade Pulgar, quien cree que la encíclica fue “una positiva señal política” que sumada a otras, como la declaración conjunta de China y EE UU, “creó la atmósfera adecuada para la consecución del objetivo de lograr un acuerdo en París”.“Con Laudato si consiguió llegar a muchísima gente de todo el mundo y movilizarlos en un momento muy importante en el que estábamos negociando el Acuerdo de París”, recuerda, por su lado, Sara Aagesen, actual vicepresidenta tercera del Gobierno de España y ministra para la Transición Ecológica. Aagesen también participó en aquellas negociaciones en la cumbre celebrada en la capital francesa.La diplomática y política Laurence Tubiana está considerada una de las arquitectas del Acuerdo de París. Resalta de Bergoglio que promoviera “una visión humanista de la gestión global de los bienes comunes”. Como sus colegas, destaca el valor de la encíclica de 2015: “Laudato si es un texto fundacional del compromiso cristiano con la acción climática, que ha inspirado y marcado a una nueva generación de personas comprometidas. Al exponer claramente las causas de la crisis que vivimos, el papa Francisco nos ha recordado a quién se dirige la lucha contra la crisis climática: a la humanidad en su conjunto”.Pero la encíclica no fue un texto aislado en su papado, porque el medio ambiente y la lucha climática han estado presentes a lo largo de su mandato. Por ejemplo, cuando tuvo un encuentro público en la plaza de San Pedro del Vaticano con la activista sueca Greta Thunberg en 2019, el gran símbolo entonces de la lucha contra el calentamiento global y objeto de feroces ataques desde los sectores negacionistas y más conservadores. “Sigue adelante”, le animó el Pontífice. Luego, en 2022, el Vaticano acabó ratificando el Acuerdo de París. Y un año después intentó participar en la cumbre del clima que se celebró a finales de 2023 en Dubái, aunque los problemas de salud se lo impidieron finalmente.Discurso verde del PontíficeEn los 12 años de papado de Bergoglio, el cambio climático se ha acelerado y la evidencia científica de que este calentamiento causado por el ser humano está también detrás del empeoramiento de los fenómenos meteorológicos extremos se ha vuelto más sólida. A diferencia de otros problemas sociales en los que la Iglesia se mueve muy lentamente o no avanza, el discurso verde del Pontífice ha ido evolucionando al ritmo que iba marcando la ciencia y una parte del activismo. Si en la encíclica de 2015 hablaba de “cambio climático”, en la actualización que realizó en 2023 aludía a la “crisis climática” y en su autobiografía usaba ya “emergencia climática” para referirse a este problema.La exhortación en la que hablaba de crisis climática —Laudate deum, de 2023— encaja bien en esa evolución del discurso ecologista de Bergoglio a lo largo de su papado. Aunque defendía el “multilateralismo”, criticaba con dureza las últimas cumbres del clima. “Hoy podemos seguir afirmando que los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos”, sostenía. Además, cargaba contra la actitud de bloqueo de algunas naciones: “las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global”.Manuel Pulgar destaca de este segundo texto la propuesta del Papa de reconfigurar el multilateralismo generando “un nuevo procedimiento para la toma de decisiones y de legitimación de esas decisiones”. Porque estaba planteando algo que hoy “se discute en diversos foros y es lograr una suerte de mayor democratización en el proceso multilateral”. “Ambos documentos Laudato si y Laudato Deum representan una nueva mirada de la Iglesia católica a los nuevos retos de la Humanidad”, recalca Pulgar. Pero critica que la “difusión” de estos escritos por parte de la propia Iglesia ha sido limitada. “La Iglesia promovería un cambio real si pudiese convertir dichos textos en textos más simples de catequesis que permitan llegar a un público masivo de distintas edades”, opina.

Francisco, el Papa que abrazó la evidencia científica sobre el cambio climático y puso el medio ambiente en el centro | Clima y Medio Ambiente
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