La gente corriente ya está dando su veredicto sobre lo que ha significado para ellos el papa Francisco. Como ocurrió con Juan Pablo II en 2005, una multitud no cesa de acudir al Vaticano a despedirse del Pontífice. Ante la avalancha de fieles que estaban llegando ayer miércoles a la basílica de San Pedro, a dar un último saludo a Francisco ante su ataúd, la Santa Sede decidió por la tarde que dejaría abiertas las puertas toda la noche. Así ha sido, solo se han cerrado hora y media, de 5.30 a 7.00, para labores de limpieza y mantenimiento, y luego han vuelto a abrir. A las siete de la tarde de este jueves han pasado por la capilla ardiente más de 90.000 personas, según informa la oficina de prensa de la Santa Sede. Este jueves, a las 10.00 ya había otra vez dos kilómetros de fila. La basílica seguirá abierta hasta las 19.00 de este viernes, cuando empezarán los preparativos para el funeral.A las 2.00 de la madrugada, María Teresa Jaramillo, una monja mexicana de 47 años que trabaja en una casa de peregrinos en Roma, estaba en la cola haciendo una videollamada con su familia, en México, para compartir con ellos el momento. Llevaba tres horas en la fila: “Merece la pena. Este papa ha hecho tanto por la Iglesia que es lo menos que podemos hacer; como religiosa y como inmigrante nunca olvidaré sus mensajes ni su misericordia”.Una multitud hace la cola para entrar en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, para despedirse del papa Francisco, a primera hora de este jueves. Associated Press/LaPresse (APN)Toda la noche ha seguido llegando gente y la fila avanzaba con lentitud, mientras se oía el sonido metálico del martilleo de los operarios del Vaticano, que trabajaban contra reloj para montar las tribunas del funeral del sábado. Cuando la fila se movía se escuchaban aplausos en la plaza de San Pedro. Dentro de la basílica, los gendarmes y el personal vaticano pedían avanzar sin detenerse y, por la misma razón, no hacer fotos ni vídeos, para no ralentizar el paso. Voluntarios de Protección Civil repartían botellas de agua. En la cola se veía gente rezando y con el rosario en la mano. Antes de la medianoche, hora prevista inicialmente para el cierre del templo, incluso se veía gente corriendo por las calles cercanas, pensando que no les iba a dar tiempo. El metro de Roma reforzó el servicio y amplió el horario hasta la 1.30 de la madrugada.A lo largo de la fila que serpenteaba por la plaza de San Pedro se escuchaban muchos idiomas. Un matrimonio de alemanes, con dos niños, que estaba en Roma haciendo turismo, se acercó a la cola después de cenar. Llevaban dos horas esperando, y eso que les habían dejado pasar por un acceso preferente por llevar un cochecito con un niño. “¿Cuándo llegamos?”, preguntaba el hermano mayor, de cinco años.Nunzia Fidanza, empleada de una tienda de la ciudad, hizo más de tres horas en la cola y comentaba a la salida: “He querido despedirme del Papa y rendirle homenaje porque siempre ha invocado la paz entre los pueblos y es la paz que quisiera para el mundo. He visto al Papa preocuparse por los sufrimientos del mundo como lo hemos visto todos. He hecho la cola pensando en mi tío, que se llamaba Francesco; murió hace un año y estaba orgulloso de que el Papa llevara su nombre, y también he hecho la cola por mis padres, les hubiera gustado venir, pero son mayores y no podían estar tanto tiempo de pie”.Es solo el inicio de una afluencia multitudinaria hacia Roma. El ministro de Protección Civil, Nello Musumeci, ha dicho que el sábado, el día del funeral del Pontífice, “superaremos el millón de personas con cierta seguridad”. En principio, en la misma plaza de San Pedro y Via della Conciliazione, la gran avenida que lleva al Vaticano, se esperaban ese día hasta 250.000 personas, pero las previsiones están subiendo: “Tendremos que reevaluar esas cifras. Estamos monitorizando las llegadas y vemos que están aumentando. Hemos preparado una organización flexible, que se adaptará al crecimiento de los números”, ha explicado el jefe de Protección Civil en Roma, Fabio Ciciliano. Ha subrayado que, en comparación con 2005, cuando murió Juan Pablo II, en esta ocasión el fallecimiento del Pontífice ha coincidido con el jubileo, y muchas personas ya tenían el viaje previsto en estas fechas, también el turismo se ha disparado con el buen tiempo y ahora se suman los que van a Roma expresamente al funeral.El sábado, además, se añade una parte de la ceremonia que es novedosa y que congregará aún más multitudes, no solo en el Vaticano, sino en toda la ciudad: el ataúd debe ser llevado a la basílica de Santa María la Mayor, a seis kilómetros del Vaticano, y se espera que la multitud también se congregue a lo largo del recorrido, por todo el centro de Roma. “Se esperan decenas de miles de personas detrás de las barreras que se instalarán a lo largo del camino”, adelanta Ciciliano.

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